Ficha undécima: Jesús tentado en el desierto (Lc 4, 1 – 13)
Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces, el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, dile a está piedra que se convierta en pan. Jesús le contestó: No sólo de pan vive el hombre. Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo, le dijo: Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mi me lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mi, todo será tuyo. Jesús le contestó: Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás y a Él sólo darás culto. Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del Templo y le dijo: Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: Encargará a los ángeles que cuiden de ti, y también te sostendrán en sus manos, para que tu pie no tropiece con las piedras. «Jesús le contestó: Está mandado: No tentarás al Señor tu Dios. «Completadas las tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Lectura:
Notar que es el Espíritu Santo quien lleva a Jesús al desierto, donde es tentado por el diablo. La tentación no es ajena a Jesús, ni al plan de Dios. Lo es el pecado, pero no la prueba.
Sentido simbólico del desierto y del ayuno: Jesús carece de todo, se queda a solas consigo mismo, en la más desnuda verdad. Queda en la indigencia más extrema, experiencia tan real, tan humana. Y en esa situación de indefensión y debilidad, ha de optar por la confianza en Dios o por las propuestas del diablo.
El pan. El poder y la gloria. Demostrar quien es: tal es la materia de las tres tentaciones.
El sustento material para un desfallecido de hambre.
La afirmación y el poder para quien está en extremo debilitado.
El reconocimiento público para quién está solo e impotente.
Se trata de bienes apetecibles que responden a necesidades básicas del hombre. Necesidades reales.
Pueden razonablemente ser deseados por Jesús.
La trampa: al perseguir estos bienes por sí mismos, Jesús se alejaría del auténtico bien, que para Él consiste siempre en realizar la voluntad del Padre.
¿Cómo responde Jesús a las tentaciones? No sólo de pan, sólo a Dios adorarás, no pondrás a prueba al Señor. Reafirmar la primacía de Dios, ésta es la guía con la que Jesús acierta a vencer al maligno. Jesús no se deja engañar, porque sabe que el Padre es la verdadera fuente de todo bien. Jesús vive hasta el fondo el primer mandamiento: Amarás a Dios sobre todas las cosas.
Lo contrario hubiera supuesto aceptar un regalo envenenado, un regalo del diablo, al precio de arrodillarse ante él, hacer de él su dios.
Meditación:
El puesto de la tentación y la prueba en la vida del creyente. El Señor Jesús pasa por nuestras mismas luchas. Verdaderamente se ha hecho igual en todo a nosotros, excepto en el pecado.
Así, Jesucristo no sólo perdona nuestros pecados, sino que nos enseña a vivir en Dios. Compartiendo nuestras luchas y dificultades, haciendo suya nuestra debilidad, Él nos enseña a vencer la tentación, y a vivir sólo de Dios y para Dios.
La tentación no es un pecado, pero nos induce a él si nos dejamos seducir. Por eso es una ocasión en que se nos pone a prueba. Y venciendo en esta lucha, se robustece nuestra fe. En esta lucha se fragua el cristiano.
A veces nos sentimos muy fuertes, y parece que nada nos separaría de Cristo, pero otras veces… parece que no tuviéramos fuerzas y que nuestro amor se apagase. Es el momento de la fe, y de poner nuestra confianza sólo en el poder de Dios. Momento de recordar que, aún en medio de la oscuridad, nunca le falta al cristiano la gracia suficiente para vencer con la ayuda de Dios las tentaciones del maligno. Como dice san Pablo «fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito» (1 Co 10,13).
Jesús no acepta los planteamientos de Satanás, ni para discutirlos. Su punto de partida es siempre otro, y por eso le vence. No se deja fascinar por sus medias verdades y sus insinuaciones falaces. Le contrapone de modo directo e inapelable…la palabra de Dios.
Podemos compartir en voz alta nuestra meditación, brevemente, sin entrar en debate, sino enriqueciéndonos unos con las visiones de los otros.
Oración:
Podemos hablar tranquilamente, sinceramente, con el Señor que ha pasado por todas nuestras dificultades y puede comprendernos. Es más, Él ha vencido por nosotros todas las tentaciones, insidias y engaños del Maligno. Exponerle cuales son las nuestras. Pedir su ayuda para superarlas. Con Él nada nos resulta imposible.
Reconozcamos también ante Él las veces que nos hemos dejado engañar y hemos antepuesto cualquier deseo al deseo de Dios, las veces que nos ha embaucado el Maligno y hemos pecado. Imploremos confiadamente su misericordia. Él está siempre dispuesto a recibirnos, a renovarnos; alienta nuestro camino hacia la casa del Padre.
Contemplación:
Ver a Dios en el cielo, compadecido del mal de los hombres. Ver a tantas gentes que viven confundidas, que buscan la felicidad a ciegas, en modo egoísta, y no hallan más que amargura, no generan más que dolor. Sentir el dolor que Dios siente por el dolor de los hombres.
Ver al Padre que envía a su Hijo para ayudar a los hombres.
Y a Jesús que pasa por todas nuestras pruebas, y vence las tentaciones con su fidelidad a la voluntad de Dios.
Ver el rostro desconcertado del diablo ante las respuestas del Señor, y su rabia al verse vencido.
Y a la multitud de los hombres para quienes se abre la puerta de la felicidad y del cielo, gracias a la entrega de Jesús.
Yo mismo estoy entre ellos. Dios me mira conmovido, y entrega a su Hijo por mi.
A las argucias y engaños, Jesús responde con la Palabra de Dios. ¿Qué puesto ocupan la oración y la Escritura en mi vida?
Aprender a discernir: ¿con qué criterios se mueve la gente a mi alrededor? ¿En qué medida son evangélicos esos criterios? Necesito aprender a vivir según los criterios del Señor, haciendo de Él mi Señor.
Para aprender a discernir es imprescindible la experiencia del silencio, de paso por el desierto.
Y es altamente recomendable el acompañamiento espiritual, la ayuda de un hermano mayor en la fe que sea un verdadero maestro de oración o director espiritual.
San Pablo:
No habéis sufrido tentación superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito (1 Col 0,13).
San Ambrosio de Milán
Aprende, pues, un nuevo misterio: fue obra del Espíritu Santo y voluntad de Dios que Jesucristo se expusiera al Diablo para ser tentado. (Comentario a san Lucas, 4,16)
San León Magno
Era más conveniente para nuestra salvación que el Salvador venciera la astucia del más orgulloso de los enemigos no con la potencia de su divinidad, sino con el ministerio de su humildad. (Sermón 27 [40], 2-4)
San Agustín de Hipona
Cristo fue tentado por el diablo, pero en Cristo eras tentado tú. Tuya era la carne que Cristo había tomado para que de Él recibieras la salvación. Tomó sobre si la muerte, que era tuya, para darte la vida. De ti tomó las humillaciones para que recibieras de Él la gloria. Así, tomó de ti e hizo suya la tentación, para que por don suyo tu consiguieras vencerla. Si somos tentados en Él, en Él vencemos nosotros al demonio. ¿Te llama la atención que Cristo haya sido tentado, y no que haya vencido? En Él eras tú el tentado, en Él conseguiste la victoria. ¡Reconócelo! Él hubiera podido mantener lejos de si al diablo; pero, si no se hubiera dejado tentar, no te hubiera enseñado a vencer cuando eres tú el tentado. (Sobre los Salmos, 60, 2)